Una reacción insospechada ante algún comentario torpe puede conducir hasta la constitución de una relación en la que mucho, poco y, a veces, nada tienes que ver. Tantas veces nuestros amigos, los artífices de auténticos apretujamientos. Ellos llevan una bandera que promueve nuestro bienestar, con la que terminarán envolviéndonos, cual camisa de fuerza, para luego invitarnos a saltar por la borda hacia el vacío donde espera otro ser inocente atado con la misma especie de bandera, en medio de una infeliz coincidencia. → También lee…
Era invierno como hoy, aunque no tan frío como ahora. Volvía de correr un domingo muy temprano (porque entonces al menos se podía) y en mi iPod sonaba Don't stop me now . A pesar de la canción, me detuve a comprar esos tamalitos con olor seductor que vendían en la esquina. Después de todo, en domingo siempre se rompe la dieta. Lucy, la niña que vende los tamales, viendo mi cara entre gestos de sorpresa y desconfianza por el camión que se estacionaba frente a mi edificio, me dice: "Tendrás nuevos vecinos" . Así comenzó todo. …
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