Una reacción insospechada ante algún comentario torpe puede conducir hasta la constitución de una relación en la que mucho, poco y, a veces, nada tienes que ver.
Tantas veces nuestros amigos, los artÃfices de auténticos apretujamientos. Ellos llevan una bandera que promueve nuestro bienestar, con la que terminarán envolviéndonos, cual camisa de fuerza, para luego invitarnos a saltar por la borda hacia el vacÃo donde espera otro ser inocente atado con la misma especie de bandera, en medio de una infeliz coincidencia.
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Ante el más fugaz parpadeo, quedas sujeto a una vinculación con la que no vale ser condescendiente. Desarrollan, los amigos, sus historias que bordean los noviazgos ficticios y se instalan en sentimientos aparentes, que sólo recrean sus desilusiones evitando caer en lo incierto. Y algo que sà es cierto, es que resulten haciendo de esos amorÃos cortinas de humo, para asà encajar sus asuntos problemáticos pendientes debajo del tapiz inadvertido de nuestro cÃrculo social.
"Tantas veces nuestros amigos, los artÃfices de auténticos apretujamientos."
Ahora, apercibidos de situaciones sÃmiles, deje descansar sus pensamientos de la abrupta declaración que los amigos dispersan cual anuncio bélico. Considere que cuánto más se resumen tediosos y difÃciles de llevar, más valioso es el sentimiento que permanece firme y auténtico ante la densa humareda de versos insurrectos.
Después de todo, las personalidades suelen hacer sus apariciones tras una cortina de humo. Va con su glamour, va conmigo, va con todos.
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