Es diciembre y las fiestas de fin de año llegan inevitables. Durante los once meses anteriores, has podido preparar respuesta a preguntas que, más temprano que tarde, conocerán tus oÃdos, y sin embargo no lo hiciste. Pero no tengas miedo, no estás solo(a), por lo menos, ya somos dos.
Si ya te casaste o tienes novia(o), y ya hiciste la tesis, entonces pasarás unas fiestas libres del tormento que produce el "sobrino y ¿para cuándo la novia?" o el "hijito y ¿para cuándo la tesis?", que llegan sin aviso, cual gancho al hÃgado, de esos que te mandan a la lona en el primer asalto.
Y aun si has salido bien librado del párrafo anterior, debes reconocer que, incluso en diferentes proporciones y situaciones, todos tenemos un pasivo con el deseo popular. Deseo al que por más amagues que le hagas con tus argumentos sofisticados, solamente emite largas caras de insatisfacción como respuesta.
Cada año, el negocio que no despegó, la independencia de tus padres y la descendencia pendiente son las pequeñas muestras de la presión que todos, en algún momento de nuestra vida, recibimos de la familia y demás cÃrculos en los que resultamos involucrados. ¡Qué! ¿Me vas a decir que no? 😒
Muchos chicos mueren por crecer, y otros, estando ya grandes, pagarÃan lo que sea por retroceder el tiempo. Ya nadie se sienta a disfrutar de esa presión, del mal rato y del aprendizaje a coscorrones propios de cada edad.
No te lo tomes todo tan en serio,
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