Resistencia

Las puntillas de mis pies hacían resistencia a un abrazo que sólo ella quería prolongar, mientras la ventisca fría de aquella noche conspiraba cruel contra mi equilibrio.

La distancia entre nuestros cuerpos momentáneamente había desaparecido y los latidos de su corazón parecían querer penetrar mi pecho. El temblor que el viento fuerte intentaba imponer a mis piernas era nada comparado con su deseo de que el contacto fuera eterno y mis ojos entrecerrados bordeando el remordimiento. Pero a éste último nada debemos. Nada.


Cual costumbre mal aprendida, huimos juntos del tortuoso final alternativo, el cual nunca quisimos pero siempre volvemos a escribir. Pero volvemos porque gustamos de su dichosa introducción cuando el aroma del libro nuevo recién nos encanta y no existen los reparos por derramar la tinta sobre las páginas ya confinadas.

"Mientras tú te resistes a mi olvido, yo me resisto a tus besos."
Entonces, tus palabras suplicantes ante mis oídos inmaduros reniegan su destino incomprendido y hacen que los latidos fuertes de tu corazón lleven ritmos de venganza sobre mi pecho. Y ahora tus puños agitados, y aún sedientos, buscan lentamente mi espalda para posarse sobre ella con ternura y acompañar un último intento de tus labios sobre mi boca.
Pero sabes bien que mientras tú te resistes a mi olvido, yo me resistiré a tus besos.

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