Niégame si puedes

He tardado más que mi vida en comprender las partes sustanciales de tu negativa. Y aunque has dibujado pacientemente en cada esquina lo que traían esas dos letras entre sí, sigo buscando entender qué contiene esa caja de sorpresas infinitas llamada juventud.

Quédate con tu reciprocidad y no me busques más. Quédate con tus corazones felices y encuentra otros lejos de aquí. Déjame en paz, escribiendo mis notas tristes y capturando fotografías perfectas para hacerlas descolorir.

Pero por más peticiones sensatas te presente, tus oídos limitados sólo escuchan tu propia voz; regalas mis palabras al viento y tu alocución tradicional invoca padecimientos contra mí.

No se puede vivir de ilusiones, creyendo que se puede alcanzar satisfacción dedicando poesías o suscribiendo cartas anónimas para dejarlas bajo la puerta. Porque esos intentos sólo consiguen latidos extintos condenados a un pasado que resiste a su sepultura.

Y no me niegas tus sentencias ni me olvidas en un mundo paralelo, sino dejas tus conceptos oprimirme y estableces tu reino en mi tiempo, cuando el sendero es un afán y mis latidos bombean inciertos.

Pero vienes otra vez, con tu aire dominante, escondida tras una sonrisa palpitante y una mirada inquietante que penetra el corazón y deja su esencia de luz, una luz que ilumina un recorrido variante cuyo destino me es conocido, que trae una invitación con la presentación ya acostumbrada. Y me pides echar la marcha, y una vez más, aun habiéndomelo prometido, no puedo decirte no.

Publicar un comentario

0 Comentarios