Por favor, Señor

Lima, 20 de Octubre 2016.


Me encanta caminar por placer, jamás por obligación. Pero anoche lo volvieron a hacer.

El morado está de moda en la ciudad, de nuevo en Octubre. Las calles en el centro de la ciudad fueron cerradas, para armar estrados y congregar mucha gente alrededor, y el suelo alfombrado con pétalos de flores aguarda la procesión de la imagen del Señor de los Milagros. Yo solamente quiero pasar de allí.

He comprobado lo "enriquecedor", culturalmente hablando, que puede ser este evento. Sin importar el estrato social, las personas estaban reunidas en la Plaza San Martín, claro está, tenían estrados con ubicaciones distintas. La música se oía, independientemente del género, con el mismo sentimiento. Los semáforos, funcionando sin sentido, solo servían para medir la proporción del público que crecía a cada segundo.

Pasar por en medio del grupo era someterse a una penitencia y bordearlo, más bien, un acto de bondad con uno mismo.
Sin alejarse tanto, los anticuchos y otros platos tradicionales anunciaban un festín muy cerca de allí. Los vendedores ambulantes ofrecían desde estampitas con la imagen hasta turrones y café. Apenas había superado toda la congestión vehicular ocasionada, por la misma, el día anterior y ya empezaba a afligirme por toda la basura que habría al concluir esta réplica del evento.

Pueden llamarle devoción o fanatismo, cada quien con su convicción. Soy creyente, por si a estas alturas me consideraba lo contrario. Pero las tradiciones, como tales, no me convencen en absoluto.


Somos pocos los que vamos contra la corriente y la multitud crece con peligrosidad. A unos metros se distingue un claro, es una mujer que con Biblia en mano ensayaba un discurso desprovisto de audiencia. Opacado por la mezcla que hacía la voz de Roberto Carlos, la música de Jesús Adrián Romero y el repique del clásico cajón peruano, su sermón contrastaba con la manipulada población que de puro remedo buscaba el favor de su dios. No se apure por la minúscula, ahora explico mi posición. Aunque no distingo lo que hay en el corazón, las acciones predican mucho de su contenido. El juzgar en absoluto me incumbe, pero expresar preocupación me es un deber.

No cabe duda que fieles tiene el Señor. Pero hay también de los ingratos, esos que regresan con el corazón contrito justo cuando se programan las procesiones.
Es muy fácil decir, déjalos cada quien con su decisión. Pero cada decisión afecta también a los demás. Y a estos últimos agradezco que ayer llegué tarde a la oficina y hoy tuve extra que caminar. Pero hay más en el fondo, fondo que tú conoces y , por hoy, yo ya no quiero explicar. Así que solamente diré al Señor:

Por favor, Señor.
Haz que se den cuenta,
que quien los manipula
no es una iglesia imperfecta
o una cúpula secreta,
un gobierno artero
o un grupo perverso.
Haz que reconozcan su condición
de multitud nefalibata
y que velen prestos.
Porque su culpa los lleva
a lo más oscuro y frío de la noche,
y buscan cómo y dónde acomodarse.
Sin saber que el alba pronto raya
y no cualquiera irá a despertarse.
Que los hombres no se cobijen
con estas vagas letanías
sino que permanezcan cerca
de la auténtica Llama viva,
que, de cierto, eres Tú
y solo Tú.

Y tú, ¿qué opinas? ¡Comenta, suscríbete y comparte!

Publicar un comentario

0 Comentarios