"No le considero una obsesión, mucho menos una manÃa. Mantengo siempre bien hecha y puesta la corbata porque me gusta y ya."
Mi madre siempre decÃa que debÃa aprovechar la pasantÃa en hacer buenos contactos y dejar una impecable primera impresión antes que ligarme a una chica de la oficina. Cuidar de mi corbata me ayudó con los contactos, las buenas impresiones y las chicas.
Con un perfil conservador, inicié mi pasantÃa un 5 de Abril. Bastó menos de un mes para meterme en el bolsillo a los coordinadores y a una que otra secretaria. Gracias a ellas, supe que se organizaba un gran evento al cual los pasantes y otros menor vinculados a la organización no asistÃan. Mientras ellas supuestamente me compadecÃan, yo cavilaba en qué corbata usarÃa en tal evento, ¡no podÃa permitirme perder tan excepcional oportunidad!
Lo que pasó el 29 de ese mes fue para algunos un hecho insólito, para mà siempre fue un acto consecuente.
El jefe del área se acercó a mi escritorio y preguntó, en un tono suficientemente audible para toda la oficina, si tenÃa pendientes para la vÃspera del 01 de Mayo. - Los únicos pendientes que tenÃa eran los relacionados a asegurar mi presencia en el gran evento, el mismo al que ahora ¡el mismÃsimo jefe me invitaba! -
Mientras todos creÃan era un chiste, indiqué mi disposición con tranquilidad y disimulé mi exaltación al recibir el pase de entrada. ¡SerÃa mi primera celebración por el dÃa del trabajo!
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Combinación. Básica |
Mientras todos creÃan era un chiste, indiqué mi disposición con tranquilidad y disimulé mi exaltación al recibir el pase de entrada. ¡SerÃa mi primera celebración por el dÃa del trabajo!
El dÃa siguiente sucedió tal como las secretarias habÃan vaticinado, con todos sus colores y formas. Aquel dÃa compartà la mesa con mi jefe y otros de sus colegas, de los cuales si alguno no me saludaba, por dársela de estirado, al menos miraba mi corbata y de paso a quien la traÃa puesta. Punto de saque para el pasante.
Los 11 meses que siguieron fueron de satisfacción y mucho aprendizaje. Hice lo que mamá querÃa; mi jefe confiaba plenamente en mÃ. Pero y ¿si antes mejor me ligaba a una chica?
Dos semanas antes que concluya mi pasantÃa, sabÃa que las posibilidades de firmar contrato con la compañÃa eran tan grandes como el Everest, pero quedaron también asÃ: congeladas, bajo cero.
"Pero y ¿si antes mejor me ligaba a una chica?"
Se destapó un señor escándalo. Mi jefe y otros de sus estirados colegas eran investigados por tráfico de influencias y favorecer un proyecto en el que yo también participé. Maldita mi suerte.
Repartieron sanciones a todos los implicados. Menudo golpe me tocó recibir: pasantÃa suspendida indefinidamente.
Repartieron sanciones a todos los implicados. Menudo golpe me tocó recibir: pasantÃa suspendida indefinidamente.
* * *
Cuatro años son de aquel infortunado episodio. He tenido estos recuerdos tan rápidamente y hoy no habrÃa razón de recordarlo, pero es asà porque acabo de ver a mi jefe, sÃ, el que fue entonces en la compañÃa. FÃjate, estamos en el salón de honor del hotel Westin, vaya lugar donde nos venimos a encontrar. Otro evento por el DÃa del Trabajo.
Tengo una espina atravesada en el pecho y en mi cuello yace una bonita y bien hecha corbata. Me aseguro de mantenerla prolija viéndome frente a un espejo y cruzo el salón entero para dar encuentro a mi jefe. No sé por qué lo sigo llamando asÃ, quizá en mi interior todavÃa le creo inocente.
¡Has arruinado mi carrera!, era la principal voz que, entre pasos, sonaba en mi cabeza.
Nunca pude recibirme de la universidad. Recién al decimocuarto mes de investigación, me desvincularon del caso indicando tener responsabilidad menor sobre el tema, aun asà nunca me dejaron completar la pasantÃa.
Nunca pude recibirme de la universidad. Recién al decimocuarto mes de investigación, me desvincularon del caso indicando tener responsabilidad menor sobre el tema, aun asà nunca me dejaron completar la pasantÃa.
Con la crisis mi madre enfermó y tenÃa tres hermanos por atender, me hice cargo de la familia solo. Y como nadie quiere a alguien con la formación incompleta, ya te imaginas el trajÃn durante esos varios dÃas.
Llegué hasta una service de cáterin que se enamoró de mi inglés y mis habilidades en los negocios. En dos años, ya cerraba contratos con transnacionales, como en la que ahora trabaja mi jefe. Otro punto para el pasante.
He cruzado todo el salón y está a metro y medio enfrente de mÃ. El compañero que atiende su mesa aguarda con el vino para volver a llenar su copa. Se la arrebato amablemente y le digo que yo me haré cargo de la mesa. Extrañado el pobre se queda a un lado sin saber qué hacer. Más tarde, él narrarÃa asà lo que vio.
Momento de otro brindis era
y la copa más vino esperaba,
es obvio: atendió por la derecha,
pero algo raro, muy raro, pasaba.
y la copa más vino esperaba,
es obvio: atendió por la derecha,
pero algo raro, muy raro, pasaba.
Ningún vacÃo en la copa quedaba,
¡la habÃa llenado hasta la mesa!
¡la habÃa llenado hasta la mesa!
El hombre, en traje, dio un salto, exaltado,
¡y quién no, por un traje arruinado!
Las disculpas del caso pronto llegaron
incluso ofrecidas con tarjeta en mano,
pagarle la cuenta al agraviado
el torpe Andrelo ha señalado.
Mas la fiesta continúa
y el brindis se reanuda.
Los dos siguen en pie,
¡qué escena encontré!
Ninguno se ha movido,
parecÃan tenerse en el olvido,
han vuelto a encontrarse
¡y qué manera de liarse!
El de traje le ha reconocido,
lo ha sacado de su olvido.
Llevándolo a otro lado
han charlado en privado.
Nadie habrÃa imaginado,
que un favor él le ha debido,
el de traje ha pagado
por cuanto el chico ha sabido.
Nuestro amigo ha renunciado,
con el de traje se ha ido.
De corbatas han hablado,
y el mozuelo ha sonreÃdo.
El resto de lo acontecido
no recordarlo he jurado,
mas su corbata he notado
en un diario distinguido.
De un fraude han publicado
algo inconcluso del pasado
del cual por separado
bien librados han salido.
Quién iba a pensar
que el pasante le ha salvado
de un encierro prolongado
a su jefe desaparecido.
En su corbata ha mantenido
largo tiempo a buen recaudo
unas cuentas suculentas
de un banco de Barbados.
Cosa que el jefe no ha sabido
hasta que el chico le ha llenado
copa, traje y calzoncillos
con un vino fino del 85.
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