"He vivido los momentos más lindos contigo."
Mariella había vuelto de Argentina. Y mi mejor amiga, por cierto, también amiga suya, había hecho de su paso en el extranjero un acontecimiento no tan distante. A pesar de lo ocurrido, después de algunos meses de silencio a pedido mío, Mónica decidió hablarme de ella. sus comentarios sutiles solo avivaban "en ella" y en mí esa remota posibilidad de reiniciar lo que habíamos dejado, a su criterio, pendiente.
Entre Mariella y yo, las cosas no habían terminado mal. A decir verdad, ni siquiera empezaron. Con tantos amigos en común pendientes de nuestro destino, creer que ese había sido el problema, estaría equivocado.
Es la tercera vez que concluyo en tal idea aquella tarde. Reviso lo botones de las mangas de mi camisa, como sintiendo venir lo inevitable, entonces giro la mirada, en dirección a la entrada, con auténtico disimulo y su figura particular aparece...
![]() |
Visto. En el TL de @Jannie1207 |
Se detuvo frente a mí, ambos hipnotizados - yo más que ella lo admito - esperando quién haría primero lo siguiente, ella lo hizo, me abrazó y yo correspondí. Con un toque sutil quitó la lágrima que había dejado escapar, mientras yo empujaba su silla y ella se sentaba.
Mi sonrisa nerviosa no podía esconder. Fueron tres años. Sí señores, tres años, después de los cuales habíamos vuelto a la misma cafetería donde, celebrando el cumpleaños de un amigo, nos conocimos.
La conversación entró de inmediato en confianza, como si nunca hubiésemos perdido el contacto. Ambos sabíamos lo que sentíamos. Los minutos volaron transformándose en horas, la luna entonces brillaba más, señal bendita que esperaba para entonces decir:
- Habría sido distinto si lo intentábamos un martes.
- ¿Qué? ¿un martes?
- Sí, un martes.
- Ah, ya entiendo. - Reímos los dos.
- No te cases ni te embarques... - repetimos en coro.
Asentí con la cabeza mientras reía. Sus ojos y su sonrisa competían por tener mi mirada.
- Sí, un martes. - reforcé - Quizá entonces no hubiésemos tenido reparos con lo que diga la gente. Viviríamos otra historia, desde dar la contra a todos, poniendo nuestro principio en otro incio y jamás teniendo el mismo fin.
Reposó su café sobre la mesa, apretó la servilleta y confesó:
- No debí tomar ese avión... - a pesar de su voz firme y serena, admitía un corazón contrito.
Hizo una pausa que no parecía querer terminar. Su respiración entrecortada podía percibir. Yo debía intervenir.
- No. Fui yo quien debió cerrar el aeropuerto. - contesté. Ella sonrió.
- Ja, ja, ja. ¡Jamás podrás dejar de ser tan ocurrente!
Acepté el cumplido con una sonrisa. Ella continuó.
- No me arrepiento el haberme ido lejos... Me arrepiento haber tardado en volver...
- Sí sabes que he pasado los momentos más lindos contigo, ¿verdad?
Con tal interrupción, dibujé una sonrisa en su rostro y su respirar acompañó los latidos de mi corazón a un apacible vals. Sus pardos ojos brillaron más, acercó su índice al mío y preguntó:
- ¿Sabes qué día es hoy?
- Claro, hoy es martes.
"Martes" resonó en mi cabeza, contuve la respiración y ella pronunció:
- Es martes, ya no digas más.
0 Comentarios