Por estos dÃas se estrenó la tan comentada pelÃcula 'Bajo la misma estrella', basada en la novela juvenil de tÃtulo homónimo del escritor John Green, pues con unos compañeros del trabajo decidimos pasar cerca de las largas filas en el cine, que conformadas por los desesperados eternos románticos, se acrecentaban minuto a minuto. No tengo la costumbre de andar mirando a las parejas en pleno tortoleo, pero esa ocasión especial era oportuna para ironizar con el aire cursi que se respiraba.
Como era de esperar encontramos al paso desde apapachos empalagosos hasta miraditas coquetonas entre dos 'amigos'. TÃpico de los estrenos románticos. RecorrÃamos la fila y ahà estaban también tres amigos varones. Aguarda, ¡¿qué?!. SÃ, varones. Su masculinidad era para nada cuestionable. No ando estereotipando a la gente, pero ellos, ellos no eran. A ver, dije. Retrocedà la mirada y el pensamiento. En efecto, la pelÃcula era una de esas románticas al perno, en la fila yacÃan las parejas de novios, futuros novios y los tÃpicos primera cita de gente desesperada. Pero ¿amigos?, o sea de aquellos que son patas patas, y en mancha, no, nada que ver. ¿SabÃan estos individuos que hacÃan cola para Bajo la misma estrella?
La fila avanzaba y yo querÃa saber qué se traÃan entre manos éstos. Detuve la procesión a propósito, señalé el objetivo a mis acompañantes y dije: "aquà hay algo muy raro". Mis compañeros y yo aguardamos, a cierta distancia, el desenlace de lo que vendrÃa.
Admito que muchas veces suelo ser cursi, pero lo que vi fue algo que quizá requiere de bastante arrojo, nada de temor y muchÃsima determinación. SÃ, soy cursi. Ja.
No faltaba mucho para que el trÃo de patas esté a punto de comprar sus entradas, sin embargo, faltando liberar tres elementos de la fila, dos de los miembros de tal tridente abandonaron la cola y se hicieron a un lado, dejándome aún más extrañado. Pensé que quizá como cualquier amistad, se encontraron en las inmediaciones del local y se hicieron a la charla mientras fulano adquirÃa sus entradas y llegado el momento de separarse lo hicieron, pero no podÃa ser. Ellos quedaron parados a unos metros, entre risas burlescas, esperando algo que para ellos les resultaba tirado de pelos. Yo escrutaba cada unos de sus movimientos. Y llegó el momento.
- Buenas noches, bienvenido a Cines 'El Planeta' - era la bienvenida clásica de la señorita que atenderÃa al joven.
Cabellos rizados castaños casi, casi rojos, piel blanca, muy blanca, enormes anteojos de marco negro que resaltaban sus bellos ojos verdes, mostraba una sonrisa cordial que la hacÃa ver tan bonita. ¡Ah! Luego lo entendÃ...
- Hola, soy Gónzalo, sé que tenemos dos o tres minutos para esta conversación pero... - aquel joven inició la transacción de compra un tanto alejada del protocolo. - con esto del estreno de la pelÃcula, no dudé en venir y preguntarte si quisieras salir conmigo.
Las palabras de aquel joven, que apretando los talones escondÃa su nerviosismo, resultaron traicionándolo. Pareció tomar un nuevo aire y metió la mano en el bolsillo. El tiempo pasaba, debÃa actuar rápido, si querÃa evitar el póstumo vergonozoso desenlace.
- ¿Es en... serio? - el tono de la dulce jovencita dejó perplejos hasta a quién escribe. Sus mejillas se sonrojaron y dijo con dulzura y delicadeza - ¿no es una broma?.
- Claro que no, ¿serÃas tan amable de colocar tu número de teléfono en este papel, por favor? - extendió un lápiz 2B y una sticky-note.
No sé quién quedó más anonadado entre toda la multitud. Los acompañantes de este osado joven, lo felicitaron cuando con paso tembloroso salÃa de la fila con la nota que llevaba los dÃgitos tan anhelados entre sus manos. Una risa de triunfo con la que expulsaba la tensión y la mirada fija en los ojos de su próxima nueva amiga. La multitud de parejas enamoradas sonreÃan cándidamente, algunas damas amenazantes decÃan: qué lindo. Otros para evitar tal golpe certero, procuraban distraer a sus novias con lo que podÃan. Fallaron. Aquel arrojado joven tenÃa sobre sà las miradas de todos, la bella chica sonreÃa sin parar mientras atendÃa a quienes sucedÃan en la fila. Alzó la mirada una vez más, y despidió con una tierna sonrisa al heroico joven. El anhelado clic existió.
Sin más él se perdió entre la gente, por poco y sus amigos lo llevaban en brazos. Desapareció de mi vista. La historia no termina aquÃ, seguro estoy. Pero aquella historia de amor no terminaré escribiéndola yo. Sino ellos...
¿Cuánto miedo puedes poner de lado y arrojarte por lograr una historia de amor?
Por ahora, sólo suspiras, lo sé. Lo sé...
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