La Terminal

Itzel tarda más que la última vez. El teléfono me ha contestado. Tal parece, poco le ha importado. Todo eso ha significado el sentido de mi historia. 
Mientras espero, contemplo el relevo que hace la mañana a la oscura madrugada.

Los altavoces anuncian cada intercambio de gente en el terminal. Se puede ver carteles coloridos, abrazos efusivos, lágrimas y besos, y hasta abandono de asientos. Ni siquiera de éstos tomo parte yo.
A estas alturas, mi lectura no entretiene, algo en la garganta me asfixia el corazón. Pero aún respiro con normalidad. Llevo dos horas esperando e Itzel sigue sin dar señal.

Entonces extrañé aquella vez primera.

Vacíos. Los asientos en la terminal.
* * *

Eran las 6 de la mañana, cuando bajé del bus e hice contacto con la brisa matutina. Era toda una personalidad. Al menos eso sentía. Acumulé todo el aire posible en mis pulmones y eché a caminar. Mi mano derecha traía una maleta, en la izquierda un ramo de flores. Todas hermosas.

Su sonrisa tímida refrescó todo mi ser. Ella aguardaba por mí desde antes que llegase. Cómo olvidar su vestido floreado, hacía juego con mi ramo, ahora suyo; sus cabellos finos y largos engreídos por esa brisa costera. Aquella fue nuestra primera vez...


* * *

Dentro de poco, mi espera resultaría más larga que todo el tiempo de viaje. Mi teléfono suena, es un mensaje con "excusa perfecta". Qué me habrá creído. Qué más da, yo sólo espero.

Tras los cristales contemplo cada bus partir. Itzel no llega y se acerca la hora de partir. Los buses rotulados, reciben a sus respectivos viajeros. ¡Al fin! Ahí está, viene presurosa, pero trae la mirada incierta. Ya no hay más tiempo. Es momento de partir. Pero aguarda un momento, no soy el que se va.

El tiempo se detiene, todo el mundo alrededor también. Con sus brazos sujeta mi cintura y mi pecho recibe su rostro. Se estrecha sobre mí. ¿Qué busca, qué pretende? ¿Quiere que la bese? Es en vano, ella no sabe lo quiere. ¿Por qué haces esto ahora?. Ya nada cambiará.

Decirle:
Itzel te quiero,
Itzel te amo,
¡Itzel porque te vas!
¡Itzel por qué me quedo!
No. Ya nada cambiará.

He quedado en la incertidumbre, de la cual vine yo a sacarla. Ahora ella se va y mi equipaje consigo. Qué le pasará. Ninguno de los dos conoce el destino. Se ha embarcado en el bus equivocado, el cual irá a parar cuando el que viaja, finalmente, se da por vencido.

Adiós Itzel.
Adiós te digo.
Adiós por siempre,
has escogido tu destino.
Y ya nada cambiará...

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